jueves, 11 de diciembre de 2008

Dreams Never End

Recuerdo un tiempo...

Cuando las decisiones importantes se tomaban con un práctico Pito-pito gorgorito¿dónde vas tú tan bonito?...A la era verdadera... ¡pim pom fuera!.Cuando se podí­an detener las cosas que se complicaban con un simple"Eso no vale" ¡Trampa!.Los errores se arreglaban diciendo simplemente "Empezamos otra vez"Tener dinero sólo significaba poder comprarte una bolsa de chucherí­as a la salida del cole.Hacer un castillo de arena podí­a mantenernos felizmente ocupados durante toda una tarde.Para salvar a todos los amigos en el escondite bastaba con un grito,¡Por mí!¡y por todos mis compañeros!.Siempre descubrí­as tus más ocultas habilidades,a causa de un ¿A que no eres capaz?.¡Tonto el último! Era lo único que nos hacía correr como locos hasta que el corazón se nos salía del pecho.Los globos de agua eran la más moderna, poderosa y eficiente arma que jamás se había inventado.GUERRA sólo significaba arrojarse tizas y bolas de papel en clase...La mayor desilusión era haber sido elegidos los últimos en los equipos del cole.Cuando un helado era la mejor recompensa y quitar las ruedas pequeñas a la bici significaba un gran paso en tu vida.Cuando el negocio del siglo era conseguir cambiar los cromos repetidos por el que hacía tanto tiempo que buscabas.Y sólo llorábamos desconsolados cuando íbamos de excursión al campo, nos entreteníamos durante horas y venían a avisarnos de que teníamos que marchar. Cuando ponerte el abrigo a modo de capa te hacía soñar y subido en cualquier escalón deseabas con todas tus fuerzas poder volar como superman.Todas estas simples cosas nos hací­an felices, no necesitábamos nada más que un balón y un par de amigos con los que hacer el ganso durante todo el dí­a.


Y Ahora...

martes, 9 de diciembre de 2008

Bolinga

Me encontré con unos amiguetes allá por los años cuarenta antes de Cristo, y venga que si nos vamos a tomar unas jarras, bueno vale de acuerdo, y en esto que pedimos las jarras,los botijos y las tapas, y cuando voy a darle el segundo trago a mi jarra,un tipo de bigote me pone otra delante.

Yo no sé qué carajo estaba haciendo, estaba hablando con nosequién muy animadamente, y se ve que me había retrasado del ritmo de los demás, que habían pedido la segunda ronda sin consultar. Así que me veo con una jarra semi-empezada y otra entera, esperándome, perdiendo el gas a marchas aceleradas.

"Bueno, vale"- me digo- "Pues el caso es que habrá que darle unos tragos a ver si nos ponemos al día". Así que le doy un viaje sin demasiadas ganas a la jarra número uno, y cuando me dispongo a colocarlo en la barra choca con una tercera jarra que me acaban de poner, congelada y jugosa.
Levanto la vista un poco alucinado ya, y veo cómo los susodichos amiguetes no sólo se han bebido dos jarras cada uno, sino que acaban de consumir la tercera y ya están pidiendo una cuarta ronda, en la que por supuesto me incluyen.

-"¡Oye, oye, que no, que yo voy por la pri...!"
-"¿Cómo?"- dice uno de ellos mientras con una mano me tiende la cuarta, con otra se bebe su jarra de un trago, y con extraños gestos de los pocos músculos que no tiene ocupados se las apaña para pedir la sexta y, de paso, la séptima ronda, en las que también estoy incluido.
-"Que te digo que..." Pero no puedo acabar la frase, concentrado como estoy en transportar jarras y más jarras, ya que apenas me da tiempo a colocarlas siquiera en la mesa.
Uno de los amigos se da cuenta de los apuros que estoy pasando y se encarga altruistamente de ir entregándome las jarras, ya que a él sí le da tiempo a recogerlas e incluso beberse las suyas. Yo ya paso de todo, me siento y me centro de forma púramente lúdica en mi primera jarra, todavía por la mitad, muy fría aún.

Es así como contemplo a mis amigos hincharse más y más. Los músculos de sus brazos comienzan a colgar. Sus barrigas cerveceras crecen y crecen, y algunos ya tocan el suelo con ella. Cada vez queda menos aire en el bar, la atmósfera se vuelve asfixiante. Mis amigos comienzan a alejarse unos de otros y no es que hayan discutido, es que no caben ya. Continúan charlando pero a gritos, debido a la distancia.
Poco a poco, el resto de la espantada clientela abandona el local por razones de peso. Ya sólo quedamos mis amigos, el camarero y yo, por no hablar de las 269 jarras que llevo de retraso, que queráis que no también ocupan su espacio.

Comprendo de pronto que mis amigos van a hacer explosión de un momento a otro.
No voy a poder salir del bar. Además voy a tener que pedir un crédito para pagar las cervezas. Trato de gritar pero nadie me oye, así que le doy un último trago a mi primera jarra y me escurro hasta el suelo, reptando hacia la puerta.
Consigo salir milagrosamente de aquel lugar en el mismo momento en que revienta, y salgo volando con la onda expansiva justo en dirección a mi casa, cayendo en la cama y despertándome automáticamente. Pero no tengo muy claro aún si lo he soñado o ha sido realidad, y en cuanto se me ha pasado la resaca me he acercado por aquí para ver si el garito seguía aún en pie, así que ponme un chinchón y lo apuntas a mi cuenta.
Mientras tanto, esparcidos por el suelo, los miembros amputados de mis amigos se pelean a guarrazo limpio porque todos quieren pagar la cuenta.

Bebo litracos, litronas, galimbas cuarenta onzas.Bebo rubias y negras en pintas o también en copas.Bebo y trago, minis, cachis, quintos, tercios, bebo a morro latas de treinta y cincuenta CL, bebo de todo,jarras de medio dependiendo del sitio, bebo medianas en bares de barrio, cañas con gas las llaman claras,bebo cubos, botijos, pozales, cubos, chupitos,arranques, tapones, tubitos, penaltis, todo eso me cabe,me gusta el pirriaque, el alpiste, el drinking, bebercio,soy fan del cacique de habana y ron pampero, siempre hasta el tercer hielo,un buen lingotazo, chorrazo,soy rey de cantinas, de fondas, de tascas, de bares,de pubes, de clubes, soy el rey del chiringo al lado de mares,este vaso de cristal o plástico, cubata o pelotazolo bebo a sorbos o de trago, ¿que hago?Despues eructos regoldos alerta vienen japos, pollos, lapos, esputos, gargajos cuida tus zapatos.Tengo arcadas, nauseas, toma vomitada, potada,rabas de calamar, nadar en turbia agua templada,Se me cae la baba, la moca y el alma,vaya castaña pilonga que lleva el de barbas,borracho, bolingas, beodo, va zorro como un piojo,es una esponja, va ciego,cebollazos, mierdas, toñas, melopeas,me bebo todas las copas de tu baraja.Al dia siguiente resaca, taquicardias, angustias, mareos,diarreas, cagueras,es como por el culo un meo,Tal como te bebes el chisme en el Kike's,igual pero por detrás en caliente lo expulsas por el orificio
Aprende a beber desgraciado, te pones pesado,Yo soy igual sobrio que tomado o mamado.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Crisis...Caos...Revolucion...

Estaba la cosa que ardía. La gente no cabía en sí misma, así que quien más y quien menos hacía explosión, dejando todo perdido de pedazos de su cuerpo. Se avecinaba la gran hecatombe. Las madres llamaban a sus hijos desde la ventana con una urgencia desconocida. La calle quedó desierta, ni siquiera las ambulancias acudían en respuesta a las llamadas más acuciantes, así que aquel día muchas personas no pudieron sacar el desatascador que se habían introducido en el ano.

Los semáforos se empeñaban en regular el tráfico, pero no circulaba vehículo alguno. Las plazas de garaje estaban petadas hasta las trancas, y los conductores se escondían en el lugar más recóndito que encontraban bajo las sábanas, sollozando y rezando a san iracundito, patrono de la desesperación absoluta. Tanto temblaban, que los sismógrafos detectaron aquel día un leve terremoto.

Los chuchos, los gorriones, las palomas, los gatos, los patos mutantes del Canal, el alcalde... todos se escondieron en sus casetas y nidos, o bien excavaron un profundo agujero bajo tierra donde mejor les pareció.
Los ricos se metieron en sus refugios nucleares. Los desheredados se dedicaron al pillaje con afán, pero la ola de terror les fue atrapando también y finalmente soltaron los electrodomésticos y los chuletones que acababan de adquirir gratis en el hiper y corrieron a sus chabolas, donde se encerraron dando seis vueltas a la cerradura de la puerta blindada.

El defensor del pueblo dimitió. Los superhéroes se cortaron la coleta y se acogieron todos a su otra personalidad normal. Nunca más se supo de ellos. El presidente del gobierno, en su despacho, abrió un libro sobre el cultivo de zanahorias y comenzó a leerlo muuuy despacito mientras saboreaba un habano. Los asesores de la Casa Real emprendieron la compulsiva redacción de hasta tres o cuatro discursos triunfales distintos, adaptado cada uno de ellos a uno de los posibles desenlaces.

Los amantes se pusieron las botas, olvidándose por completo de tomar precauciones. Todos los ejemplares del Kamasutra habían abandonado las estanterías y yacían abiertos por alguna página. En millones de hogares hubo gente que se inició en la sodomía, la zoofilia o la coprofagia. Curiosamente, no hubo nadie que no lamentara haber esperado tanto para descubrirlo, ahora que ya era demasiado tarde...

Los banqueros se pegaron todos un tiro en la sien(por fin!!). Los presidentes de los clubs de fútbol se repartían, enloquecidos, absurdos fichajes a bajo precio. Todos los jugadores de la liga nacional y de la liga de Champiñones cambiaron de equipo en tan sólo unas horas, como si de cromos se tratase. Los apoderados y representantes de artistas y toreros deambulaban furiosamente por sus oficinas revolviéndolo todo, pero en medio de su desorden no lograban encontrar aquel tratado que compraron un día sobre el cultivo de zanahorias.

La centralita del Papa de Roma se colapsó a causa de las llamadas de curas, obispos y cardenales. Todos sin excepción habían perdido la vocación y lo comunicaban a sus inmediatos superiores, mientras descubrían las delicias de la auto-sodomización con el palo de la escoba. Muchos lamentaron también no haber sido antes tan sinceros consigo mismos.

Pero al final no pasó nada. El concierto de Enrique Iglesias fue suspendido por causas ajenas a la organización y todo volvió a la normalidad: los banqueros resucitaron, el presidente se despertó con la cabeza metida en el libro... en fin, un mal rato...

Toma Moreno!

Vivo en un barrio olvidado. Tan olvidado que no recuerdo qué barrio es. Lo olvidé en algún momento indeterminado del pasado. Cuando voy en bus, no sé en qué parada bajarme y acabo durmiendo tirado en algún banco. El que más me gusta es el banco de Santander, que tiene un recoveco bastante acogedor en la entrada.

Mi barrio quizá esté ya derruido. La última vez que estuve allí pasaban cosas muy raras. No circulaban coches, porque nadie sabía que en aquel lugar existían calles, eso suponiendo que conocieran la existencia del lugar en sí. En cambio había un vehículo que no paraba de pasear de un lado para otro portando una enorme bola destructora que pendía de una cadena. Los chavales se entretenían correteando tras aquel engendro, que de vez en cuando se detenía y destrozaba algún edificio.

Recuerdo que, al poco tiempo de instalarme en aquel lugar, inauguraron un mercado repleto de carnicerías, panaderías, pescaderías y fruterías. No iba nadie a comprar nada, y aunque hubieran ido no habrían podido hacerlo, puesto que nadie se encargaba de las tiendas. Allí llegaban camiones cargados de nada. Así que daba gusto ir y pasearse por los pasillos vacíos. Algunas veces compraba cuarto y mitad de nada por cero Euros. Era un trato justo que nadie podía reprocharme, porque además no había testigos.

Y así pudo mantenerse mi barrio durante años: gracias a la ausencia total de gastos. Ni siquiera se precisaban barrenderos, porque nadie ensuciaba. La gente permanecía en sus casas alimentándose los unos de los otros, porque se trataba de un barrio caníbal. El canibalismo no era una cuestión de debate público, sino que era lo normal. Recuerdo que una vez surgió un grupo de ecologistas que lo desaconsejaban, pero se los comieron en seguida...

En la tele solíamos ver la segunda cadena, sobre todo los documentales de orugas, ya que todavía no existían los anuncios nocturnos de batidoras y robots de cocina. La gente montaba negocios y luego venía el tractor ese grande y los pulverizaba. Además construyeron una iglesia, pero como no iba ni Dios la convirtieron en centro cultural. El cura tuvo que ponerse a impartir clases de aerobic y baile de salón, pero no se apuntó nadie, así que se lo comieron también. Les supo a gloria bendita.
El médico de mi barrio era un tipo muy influyente. Él se encargaba de recetar las aspirinas, el frenadol y el hemoal para toda la parroquia. Trabajaba sin descanso, y la gente le pagaba como podía: unos con un dedo, otros más pudientes con un brazo entero... Lo que más le gustaba era la oreja a la plancha. Vivía bien.

El mecánico padecía de carraspera, así que tenía que coger la llave del doce con un solo dedo. Los demás se los había ido dando al médico, cada vez que éste le recetaba pastillas Juanola. Un buen día se puso a toser y toser. Parece que se puso muy grave, porque acudió de nuevo al médico y ya no volvió. Nos quedamos sin mecánico, menos mal que no había coches.
Los que tenían un piso en alquiler vivían como reyes, aunque nunca llegaban a alquilar nada, pero aseguraban que la gente que venía a ver su piso era gente muy exquisita. Menudos presumidos.

Un avispado montó un bar de tapas, y se corrió la voz de que tenía unas gambas rebozadas para chuparse los dedos. Algunos incautos entraron, y el dueño se puso morado con sus morros. Por aquel entonces creo que quedábamos unas tres personas, aparte del médico y los niños, que vagaban sin nada que hacer y bebian baragua para librarse del odio y la falta de expectativas. Mi mundo se desmoronaba.

Sin embargo, un buen día descubrí el Don Simón y, con él, la pérdida parcial de la memoria: mis problemas tocaban a su fin. Ahora, como no sé ni quién soy, me importa todo un carajo, así que para qué te voy a seguir contando, si además es todo mentira, ¿qué te habías creído? Bueno, excepto lo del Don Simón y lo del banco de Santander....

¿Un cigarrito, tienes?